viernes, 28 de agosto de 2015

Días fugaces de una vida eterna

La luz desafió la oscuridad por unos instantes.
Un destello fugaz, deslumbrante y joven cambio de dirección el cauce de dos ríos. Los entrelazó haciendo que su caudal aumentara volviéndolos un único río tan salvaje e indomable como el mar.

Por unos escasos días el peligro se escondió herido para acechar entre las sombras . La luz parecía que nunca se apagaría , su núcleo no dejaba de palpitar con las ganas de un recién nacido por aferrarse a la vida. Era tan bella y sólida la esperanza de un mañana...

Pero al cuarto día la luz fue paulatinamente atenuándose y el peligro rugió en la noche.
Los ríos hicieron emerger de sus profundidades turbias preocupaciones que cubrieron el agua cristalina, la noche jugó a favor del peligro y la muerte se coló sigilosamente entre las moléculas de agua para robar la luz que atesoraban las aguas del río.
A la luz del alba en la caja solo había una fría e inerte esperanza que congeló el agua de los ríos.


Para Hipatia por ser durante cuatro días esa tierna luz y nuestro pequeño desafío a la muerte.