No me encasilles como la chica rebelde, ni como la niña de mirada dura, atraviesa mis defensas y mírame a través de los ojos.
El tiempo cierra con llave las puertas que nos llevan al segundo pasado, el pasillo es silencioso salvo por los ruidos de puertas que encierran recuerdos a medida que avanzamos. No se si girarme y forcejear contra el tiempo o ser una más y caminar con calma, siendo cordero de rebaño.
Los años siguen su curso mientras mi piel se arruga, mis dedos se retuercen y mis ojos pierden brillo, la edad suma cifras en mi cuerpo y el arrojo de la juventud retrocede a un rincón oscuro.
Caminar se vuelve complicado y vuelo a ser una niña, mi reloj interior se resquebraja y mientras el exterior se deteriora, el interior abre las puertas años cerradas hasta acceder a la juventud perdida, volviendo en su espíritu a ser niña otra vez.
Complicada se vuelve la vida a base de recuerdos y cosas que quedaron por hacer, el mar sigue batiendo contra las rocas con la misma fuerza que hace diez primaveras, pero yo no vuelvo a ser la misma niña en apariencia que se asomó a un acantilado y tropezó por sus piedras retorcidas y afiladas.
Algo falla en mis cálculos de matemática retirada, algo encierra mi cerebro con recelo. No es una formula, ni un problema, solo es algo que no logro encajar y que se esconde de nuevo dentro de mis desteñidos sueños.