viernes, 1 de junio de 2012

Huye camino de la libertad

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La noche nacía oscura desde las entrañas de los edificios hasta el punto más alto del firmamento. La luz difuminada de las farolas, altas como torres apenas iluminaba la acera. Sin miedo caminaba sintiendo un aleteo dentro de mi pecho, estaba emocionada y eufórica. Las estrellas me devolvieron una sonrisa cómplice y avancé con el rítmico sonido de mis zapatos golpeando el cemento. Torcí a la derecha y en una callejuela sin iluminación marqué el número. Sonaron dos pitidos hasta que una voz grave y confusa me respondió.

-¿Hola?- estaba adormilado, no había visto el reloj pero seguramente serían más de las cuatro de la madrugada.
-Lucas, te espero en el aeropuerto a las siete en punto.- Sin darle ocasión a decir nada más colgué.

Sin saber muy bien que hacer mientras el sol recorría el firmamento arrojando luz  me senté en el mugriento suelo y seguí con mi artículo.
Me atasqué en "hasta que el corazón de pura maldad se les pare ..." y  decidí encender un cigarrillo. Aspiré cada calada como si fuese la última y lo aplasté contra el suelo cuando no quedó nada más que el filtro.
La telaraña de estrellas ya apenas se podía ver con el sol apareciendo por el leste. Me levanté y estiré mis doloridas piernas. Me quedaba un poco antes de llegar al aeropuerto.

Estaba allí cuando llegué. No sin cierta satisfacción vi su nerviosismo y su ansia. Estaba guapísimo allí apoyado en la pared con una chaqueta de cuero gastada y sus increíbles ojos chocolate oscuro. Cuando se topó con mi mirada su cara reflejó alivio. Caminó con rapidez hasta mi y se quedó a unos metros mirándome con intensidad.

-Hola Violeta. - noté aun la desconfianza en su voz.
-Lucas.- dije sin controlar mi mal genio.

Después de despertar el silencio otra vez lo miré fijamente para incomodarlo y dejé que el reaccionase.
No se pudo contener más y me abrazó.

-Has vuelto a fumar- apuntó con severidad.
-Solo uno. - dije sin poder contener una estúpida sonrisa al ver sus ojos cálidos sobre mi.
Se inclinó y me arrebató el paquete de tabaco.
-¡Eh! Que no es nada barato.- protesté.
Me tendió un billete de veinte y se lo arrebate de las manos.
-No creo que una caja valga veinte euros. - su risa removió algo dentro de mi.
-Son mis intereses por soportarte estos días.
Su risa se paró y me apretó con fuerza contra si . No le gustaba hablar del tema.

-He comprado los billetes, no vas a saber a donde vamos  hasta que lleguemos.
-¿Como quieres que no me entere si lo anuncian constantemente?- reí
-Cogeremos mucho aviones y muchos autobuses antes de llegar. - dijo con una sonrisa traviesa


Siempre que escuchaba su voz o estaba cerca de él mi humor daba un giro de 180 grados. Nos cogimos de la mano y entramos en el aeropuerto.