domingo, 12 de enero de 2014

Cuanto más alto vuelas más rápido caes




Dormitaba el ave en las copas de árboles retorcidos, dando sombra a tumbas rotas, tapando las estrellas de un cielo negro.  Abría sus alas a la libertad con una facilidad excesiva, se dejaba llevar demasiado por las corrientes de aire.
Su familia eran las hojas tiernas de primavera y las ramas afiladas en invierno. Siempre se  cobijaba en la soledad del silencio, olvidando su dulce cantar en un pasado demasiado sencillo para recordar.
Quizás peco de sencillo, quizás olvidó su origen exótico. Dejando atrás su lucha y por tanto a si mismo. Olvido las huidas y olvido su libertad.  Se volvió una simple sombra en un suelo abonado con lágrimas,  soportó las tormentas sin más, dejándose caer dentro de un pozo de paredes mohosas.
Si tuviese manos abría lanzado dados al cielo y abría acatado el futuro sin protestar. Nunca más se pregunto por si mismo, se limitó, simplemente a vivir como otra rama del árbol más.