viernes, 23 de diciembre de 2011

Vainilla y Café

Untitled



La mesa cubierta con el mantel de flores rosas esperaba las dos tazas que  suspendidas formaban sombras idénticas. Nuestras miradas se encontraban con incredibilidad. El silencio lo corto la hoja del cuchillo al partir un trozo de queso, pestañeamos al mismo tiempo.
-¿Que has dicho?-pregunté con la boca seca.
-Que ha pasado por tu casa y no estabas, yo le abrí.- Su voz empezaba a bajar la temperatura de la sala.
- Podías haberme avisado, sabías que lo estaba esperando.
-No soy tu niñera ocúpate tu de tus cosas, ya bastante hice con abrirle.-Dio la vuelta a una tostada y la mordió con desgana.
-Prefería que no le hubieras abierto la puerta- mascullé.
-¿Y eso?-su risa se hacía palpable.
-Por que no confió en ti.
La ira rompió la máscara que ocultaba su rostro.Sus dedos se apretaron contra el mango del cuchillo.
Me levanté con suavidad y deposité mi taza en el fregadero.
-¿A que vino eso?-preguntó mientras arrojaba unas migas a la basura.
-Puedes seguir desayunando.
-No tengo hambre.
-Que novedad- dije con sarcasmo.
El silencio volvió a acudir.
-¿No me vas a preguntar que le dije?
-No
-Pues que sepas que le agrado que fuese yo quien le abrió.
-Os deseo lo mejor Marcia .¿Me pasas ese tenedor?
-¿Elena cuando vas a aprender a luchar por lo que amas?
Mi cuerpo se tensó.
-No amo a cobardes.
-Solo se equivoco eso no lo convierte en un cobarde.
-Me engaño, Marcia eso no se lo perdono.
-Solo te protegió.
-Ocultarme la verdad no es protegerme. Debería ser yo quien decidiese lo que me puede afectar y lo que no.
-Elena eres más frágil de lo que te crees tu...Vainilla.
Los recuerdos me sacudieron.
-Café.
-Siempre.
Me tendió la mano y sonrió.