domingo, 7 de septiembre de 2014

Nieva en el reino de fuego




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Sin darme cuenta atrape un copo de nieve. En mis manos se depositó un veneno poderoso, mi fuego no podía derretirlo, ni mis manos deshacerse de él. Pasé mi mano por la nieve que se iba depositando en el suelo intentando zafarme de él. Pero nada nos separaba.
Poco a poco con el roce más nieve se unió a mi diminuto copo. A medida que aumentaba su tamaño el veneno potenciaba su intensidad y yo perdía el control sobre mi misma.
Había quedado atrapada dentro de una gran bola de nieve que caía por la ladera de una montaña hacia un vacío helado. La realidad y la cordura habían quedado fuera de la bola y mi cuerpo laxo apenas podía  ser controlado. ¿Por qué había caído el copo sobre mi mano? Ya no lograba recordarlo, apenas lograba recordar nada que no fuera la nieve rodeándome. Asfixiándome. 
Rey Elfo, ¿quien eres?, le preguntaba a la nieve. Una silueta borrosa.
 Pero yo sabía que procedía de una figura bien definida. ¿Pero cuál?
Gritando me encontraron. Por loca me dieron y hoy los intento acallar mientras me consumo en la desesperación de esta jaula.
Aquellos que me juzgaron estaban fuera de la bola de nieve mirando con facilidad la fragilidad de mi jaula, pero quisieran verse dentro para probar sus muros de acero.
Hoy me miro desde fuera aun interna y lloro de vergüenza por algo que nunca tuvo que pasar.